martes, 8 de septiembre de 2009

Modelar el cuerpo

Que tu cuerpo sea siempre /un amado espacio de revelaciones.Alejandra Pizarnik

Verso y reverso. Inhalación y exhalación. Dentro y fuera. Tensión y distensión. Movimiento y detención. Vida y muerte.

¿Cómo decir mujer sin pronunciar abanico?

Las mil de una de Guite Hoffmann reúne ese vaivén entre sentidos: un continente oscuro que se escapa siempre hacia otros rumbos.

Una multitud de mujeres surge desde un molde y una actividad ancestral: dar forma a la materia carne.

Cuerpo, espacio de infiltraciones familiares, sociales y cultuales que lo disciplinan, limitan, transforman o sacralizan. Pedagogía constante que implica repeticiones y diferencias como cualquier ejercicio físico o emblema cultural.

Reiteraciones, modelados, imitaciones y divergencia. Una producción infinita de imágenes donde la norma revela diversidad. Una silueta que imprima en materialidades distintas para interrogar la corporeidad femenina, su variedad, su perdurabilidad. Un contorno hecho a mano devela lo inefable del ser femenil, esa particularidad al respirar, un roce único. Al mismo tiempo, generalización, cierta frecuencia impredecible, sabor secreto. Volver a encontrar lo escondido es la premisa de trabajo en la imposibilidad de lo idéntico.

Gimnasia del tiempo y el espacio: un modo de ser Penélope o Scherezada. El ejercicio hace pronunciable el tiempo y sensible al espacio. El cuerpo se modela en momentos y lugares, un ritmo de apariciones. Una poética de vigilancia contra las sombras. Acechanza creativa, los gestos se multiplican y hacen muescas en el silencio. La travesía por el círculo se convierte en espiral. Una voz con diferentes tonalidades articula una nueva seña. El abanico escribe lo diverso al desplegarse.

Bariloche, julio 2009.

Lic. María Laura Ferrari

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